Los cambios repentinos en la vida nos desestabilizan y nos hacen sentir asustados y vulnerables. Casi instantáneamente, nuestra mente, impulsada por emociones y pensamientos nerviosos, comienza a responder a la nueva situación. Cada cambio inesperado desencadena las cinco etapas del proceso de aceptación. Una vez que recibimos la «noticia», iniciamos un viaje a lo largo del proceso de aceptación.
La primera etapa de este proceso es la negación. En este punto, nuestra energía se centra en negar lo que está sucediendo, sentimos la necesidad de apartar la mirada de la nueva situación, básicamente tratando de continuar con nuestra vida diaria como si nada hubiera cambiado o sucedido. Sin embargo, sabemos que hay una situación incómoda que debe ser reconocida y abordada, pero conscientemente decidimos no atenderla y mirar hacia otro lado.
En la segunda etapa, pasamos a la ira. Ahora estamos enojados e irritados por la nueva situación no deseada, lo que desencadena un «mecanismo de defensa mental». Esta reacción tiene que ver con el hecho de que de repente nos encontramos involucrados en un evento imprevisto que debe ser atendido. En muchos casos, la ira viene acompañada del sentimiento de abrumamiento, ya que creemos que no somos capaces de manejar esta nueva situación inesperada.
En la tercera etapa, comienza el proceso de culpar. Se señala con el dedo en todas las direcciones, ya que sostenemos la creencia de que no tuvimos nada que ver con esta nueva situación y que fue desencadenada por algo externo o por alguien más. No queremos asumir la responsabilidad, mucho menos reconocer que en cada situación en la que nos encontramos, ya sea como participante pasivo o activo, elegimos estar allí. En mi opinión, es en esta etapa donde se consume la mayor parte de la energía emocional y física.
Cuanto más tiempo nos quedamos culpando al exterior por la supuesta nueva situación no deseada, perdemos tiempo y energía preciosos que podrían invertirse en resolverla. Solo cuando asumimos la responsabilidad de nuestro papel en la situación, se puede concebir un plan de acción.
En la cuarta etapa, hemos entendido que hay una nueva situación que ha impactado nuestro «statu quo» y que algo debe hacerse. Sin embargo, todavía no estamos en plena aceptación de la situación, todavía queremos ver la situación como temporal aunque sea permanente. Aquí es donde comienza el regateo.
Esta fase de regateo es una zona peligrosa que puede convertirse en autoengaño. Al encerrarnos en el modo de autoengaño, impedimos nuestro crecimiento y permanecemos atrapados en esta «lucha de poder» entre el regateo y la aceptación. Caemos en intentos repetitivos de convencernos de que quizás la situación no es tan mala, o que no tuvimos responsabilidad en el asunto o ninguna implicación directa.
Sin embargo, la energía se está agotando mientras nuestra mente se enreda, pensando en la nueva realidad pero sin tomar ninguna medida adecuada para intentar resolverla. Solo recuperamos el control total sobre una situación cuando asumimos la responsabilidad y la aceptamos.
Finalmente, llegamos a la quinta etapa, la tristeza. En este punto, nos damos cuenta de que la situación es tangible y real y que ya no hay necesidad de jugar al autoengaño. Necesitamos tratarnos amablemente ya que el riesgo de mostrar signos de tristeza aguda, depresión y ansiedad está latente.
A medida que la tristeza disminuye, comienza la aceptación. En este punto, nos damos cuenta de que realmente tenemos el poder de cambiar las cosas, la elección de tomar decisiones y la oportunidad de considerar la situación desde un ángulo diferente. Con esta nueva mentalidad, liberamos energía para crear un plan de acción que nos ayudará a aceptar la nueva realidad.
Las personas que han dominado el proceso de aceptación deciden pasar rápidamente por todas las etapas. La experiencia les ha demostrado una y otra vez que los eventos inesperados son la norma y no la excepción. Por lo tanto, han entendido los beneficios de transitar rápidamente y con gracia por el proceso. Al hacerlo, reconocen la situación lo suficientemente rápido, asumen la responsabilidad y convierten su energía en construir una estrategia y avanzar hacia un «modo de solución».
Entonces, si actualmente estás experimentando el fin de un ciclo de vida, toma la decisión consciente de subirte lo más rápido posible al tren de la aceptación. En este lugar, no solo encontrarás una solución, sino que también experimentarás una sensación de paz sabiendo que el cambio es inminente pero también transitorio y que al final del día todo va a estar bien.
PD: Este blog fue inspirado en el modelo de Kübler-Ross, esta versión tiene mi propio toque! Incluyendo mis propias experiencias y teorías de gestión.
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